Amando y Siendo Amados
Cuando pronunciamos la palabra AMOR la
mayoría de la gente da por hecho que estamos hablando del amor en pareja. Ese
amor apasionado que roza el empalagamiento al que nos tienen acostumbrados
algunos cineastas y los denominados “autores de novela rosa”.
De niños a todos nos contaron los mismos
cuentos de príncipes azules y princesas tan preciosas como indefensas a las que
siempre había que salvar de algún peligro. Más tarde también nos explicaron el
mito de la media naranja y nos fueron inculcando poco a poco a niños y a niñas
una idea del amor seguramente demasiado distorsionada que, ya de adolescentes y
adultos, nos ha llevado a cometer diferentes errores que se podrían haber
evitado si nos hubiesen enseñado desde el principio la realidad que prefirieron
ocultarnos bajo tantos cuentos, con el único propósito de no herirnos. Nuestros padres no sospechaban entonces que la capacidad de recuperación de un niño es
infinitamente superior a la de un adulto y que las creencias que se asientan en
los primeros años de nuestra vida acaban condicionando toda nuestra vida
futura.
No se dan cuenta de que el amor es mucho más que ese
estado de enajenación mental transitorio que nos ciega mientras estamos
conociendo a nuestra pareja. Un apasionamiento que tiene fecha de caducidad
porque nadie podría soportar sus efectos a largo plazo sin morir de un infarto
o perder completamente el juicio, como la historia nos cuenta que le ocurrió a
Juana La Loca.
La literatura, a lo largo de las distintas
épocas históricas, nos ha legado un montón de obras que narran los amores
atormentados de diferentes personajes que han cobrado tanta relevancia que hoy
en día todo el mundo ha oído hablar de ellos, aunque no hayan existido nunca.
Romeo y Julieta, Don Juan Tenorio y Doña Inés, Tristán e Isolda o el Caballero de Lancelot y Ginebra, serían algunos de ellos.
Esa misma literatura, también nos ha mostrado
otras clases de amor que nada tienen que ver con la pasión y sí en cambio con
el amor platónico. Encontramos una prueba de ello en Don Quijote y sus
sentimientos hacia la bella Dulcinea, que es tan producto de su imaginación
como los gigantes que ve cuando lo que en realidad tiene delante son molinos de
viento.
Khalil Gibran, en su obra, “Las cartas de
amor del profeta”, también relata ese mismo amor platónico.
¿Puede alguien enamorarse a primera vista sin
que la persona objeto de ese amor le haya dado motivos para ello?
Las respuestas a ambas preguntas son
afirmativas, porque en la aritmética del amor juegan más factores de los que a
priori somos capaces de reconocer y muchos de ellos operan en nuestra propia
mente. Esos factores han derivado de todo lo aprendido en el seno de nuestras
familias, de las creencias inculcadas, de los principios que nos han
transmitido en casa y en la escuela y de todo lo que hemos sido capaces de
procesar y de interpretar de todo ello. Eso hace que confundamos el amor con la
idea que nos hemos formado de él. A menudo nos enamoramos de la idea que nos
hacemos de cómo es la otra persona y no de cómo es ella en realidad.
Pascal dijo aquello de: “El corazón tiene
razones que la razón desconoce”. De ahí que muchos hagan suya la sentencia de
que “el amor es ciego” cuando no pueden comprender la relación que une a dos
personas concretas.
Desde los campos de la psiquiatría y de la psicología,
muchos autores han intentado aportar su grano de arena en un intento de
desvelar la dinámica del amor. El porqué de la atracción, del sacrificio, de la
sumisión, de la infidelidad, de los celos, del maltrato o de la adicción a una
determinada persona.
Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada,
no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende
también ama, observa, ve... Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una
cosa, más grande es el amor... Quien cree que todas las frutas maduran al mismo
tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas.
PARACELSO
Jorge Bucay, un autor bastante más
contemporáneo, también ha analizado en sus obras el amor. En su novela “Amarse
con los ojos abiertos” da vida a unos personajes que se conocen a través de un
e-mail que uno de ellos le ha enviado al otro por error. A partir de ahí se
empieza a tejer una historia entre ellos y sus respectivos conflictos
interiores que deriva en una serie de conclusiones harto interesantes sobre el
amor.
Bucay defiende la idea de que AMAR es
ayudarle a otra persona a que sea quien realmente es, independientemente de que
después esa persona nos acepte en su vida o no.
En los años 90, el psicólogo Robert Sternberg
elaboró una teoría sobre el amor partiendo de los principios de la terapia
narrativa. En su obra “El amor es como una historia. Una nueva teoría de las
relaciones” (1998) aventura la idea de que las personas tendemos a enamorarnos
de otras personas cuyas historias nos parecen semejantes a las nuestras, pero
en las que se dan diferencias que podrían complementar nuestras propias
historias. Este hecho recuerda un poco al mito de la media naranja y concuerda
también con las muchas ocasiones en que oímos afirmar a alguien que su pareja
“le complementa” o le ayuda a mantenerse con los pies en la tierra, o le equilibra. Como si las personas no pudiésemos sentirnos completas por nosotras
mismas.
Sternberg considera que el amor se nutre de 3
componentes básicos: la Intimidad, la Pasión y el Compromiso. En su forma pura,
estos componentes forman los vértices de un triángulo equilátero. Su
combinación da lugar a cuatro formas distintas de amor.
La Intimidad se refiere a la cercanía, la
unión y el afecto hacia el otro, sin necesidad de que tengan que darse la
pasión y el compromiso. Se desarrolla gradualmente conforme avanza la relación
y puede crecer indefinidamente.
La Pasión coincide con el amor a primera
vista y supone un estado de excitación mental y física que puede derivar en
obsesión por la otra persona. Es muy intensa al principio de la relación y
decrece de forma vertiginosa a medida que la historia va avanzando, llegando a
estabilizarse en niveles moderados.
El Compromiso implica decidir que uno ama a
la otra persona, independientemente de que haya también intimidad y pasión con
ella.
De la combinación de estos factores, podemos
encontrar las siguientes clases de amor:
AMOR ROMANTICO- Se da cuando los amantes se
atraen física y emocionalmente, pero ese sentimiento de unión y compenetración
no va acompañado de compromiso.
AMOR FATUO-
La pasión cristaliza enseguida en compromiso, sin dar tiempo a que surja
la intimidad.
AMOR COMPAÑERO- Aquí los componentes de intimidad y compromiso
aparecen unidos, pero la pasión estaría ausente.
AMOR COMPLETO- Difícil de alcanzar y de
mantener, en esta forma de amor se conjugarían los tres componentes de
intimidad, pasión y compromiso. Sería el amor ideal al que todos aspiramos, a
veces sin ser conscientes de que el amor no es algo que se encuentre, sino algo
que se ha de construir constantemente.
Partiendo de la interacción de los tres
componentes del amor y de su experiencia clínica en terapia de pareja, Sternberg
describe la siguiente clasificación de las diferentes historias de amor que se
pueden establecer en una pareja:
HISTORIAS ASIMETRICAS en las que la asimetría
constituye la base de la relación:
Profesor- estudiante: Uno de los miembros de la pareja enseña y el otro
aprende.
Sacrificio: Uno
se sacrifica para que el otro viva mejor.
Gobierno: El
ejercicio del poder es el que impera en la pareja, ya sea de modo autoritario,
democrático o anárquico.
Terror: Uno
es la víctima y el otro quien la aterroriza.
HISTORIAS OBJETO en las que la persona o la
relación son valorados por su función como objetos y no por sí mismos:
Personas como objeto
-
Ciencia ficción: Persona valorada por su
extraño carácter o conducta.
-
Colección: Persona considerada parte de una colección de parejas en la que cada una tiene un papel distinto.
-
Arte: Persona valorada por su apariencia física.
Relación como objeto
- Casa y hogar: Relación cuyo único objetivo es la de conseguir una casa y un
ambiente hogareño.
- Recuperación: Relación utilizada para
recuperarse una de las dos personas de un determinado trauma.
- Religiosa:
Aquí el fin es sentirse más cerca de Dios, o bien la propia relación se
convierte en una especie de religión (sin una relación, muchas personas se
sienten perdidas).
- Juego: La relación se utiliza para sentirse
vencedores, cayendo en una competición constante.
HISTORIAS DE COORDINACIÓN en las que sus miembros trabajan
para crear, hacer o mantener algo:
Viajera- El amor es entendido como un viaje y ambos
miembros de la pareja trabajan unidos para elegir su camino y llegar a un
destino común. La relación se entiende como un proceso sujeto a cambios,
maduración y descubrimiento constante.
Jardín- Se pone énfasis en los cuidados de la
relación cual jardín que hay que regar, abonar o mantener libre de malas
hierbas (malas influencias).
Negocios- La relación se vive como una empresa y sus
miembros se reparten las funciones con el objeto de optimizar sus recursos y
hacerla lo más rentable posible.
Adicción- En este caso la relación se da en un
contexto de dependencia extrema del otro. El clásico: “no puedo vivir sin ti,
pero contigo tampoco”.
HISTORIAS NARRATIVAS en las que existe una norma que
les indica a los miembros de la pareja el camino a seguir:
Fantástica- Se creen la pareja ideal, como en los
cuentos de los príncipes y las princesas, y viven su relación como si lo
fueran.
Científica- Se realiza un análisis lógico y racional de
la relación, regida ésta por principios y fórmulas que recuerdan a un compuesto
químico.
Libro de Cocina- Se da por hecho que existe una receta para
que la relación funcione y se tienen en cuenta sus ingredientes y sus pautas de
actuación en cada situación.
HISTORIAS DE GENERO en las que lo que importa es la
forma de ser en la relación y no tanto el contenido de la misma:
Bélica- Relaciones en las que sus miembros siempre
parecen estar en guerra porque no dejan de discutir. La pelea es como un
aliciente y lo que menos importa es el motivo que la desencadena.
Teatral- Lo importante es que cada uno desempeñe un
papel, no importa cuál sea.
Humor- Una relación basada en la superficialidad,
en la que sólo parece valorarse que sus miembros se sientan alegres, se
muestren desenfadados y la seriedad brille por su ausencia.
Misteriosa- Uno de los miembros de la pareja oculta
constantemente información al otro, que no deja de interesarse por desentrañar
el misterio.
Vistos todos estos ejemplos de relaciones de
amor y teniendo en cuenta la experiencia personal de cada uno, podríamos pensar
que sabemos bastante del amor.
Pero lo que vemos y oímos cada día a nuestro
alrededor y en los informativos, cuando relatan nuevos episodios de violencia
de género o de adolescentes amenazadas por sus parejas vía whatsapp por un
ataque enfermizo de celos o por no aceptar una ruptura de la relación, podemos
concluir que nos queda un mundo por aprender acerca del AMOR.
Un amor que no tiene nada que ver con el que
nos han estado vendiendo desde que tenemos uso de razón. Un amor que respete al
otro, que no trate de anularle, que no le vea como un objeto de su única propiedad,
que no le intimide, que no insista en recortarle las alas y que entienda que la
libertad de cada uno termina justamente donde empieza la libertad del otro.
El verdadero AMOR no tiene por qué doler ni
tiene por qué implicar sacrificios para ningún miembro de la pareja; tampoco invadir su espacio, porque hasta las
plantas necesitan el suyo para crecer y desarrollarse del modo más óptimo. Los
miembros de una pareja necesitan respirar para oxigenarse, para desconectar,
cargar las pilas y poder afrontar con nuevas ilusiones y fuerzas renovadas los
episodios que estén por venir en su relación.
El amor no es algo que se consigue de la otra
persona, sino algo que se ha de construir día a día, batallando con los propios
fantasmas interiores y aprendiendo del otro. De sus caídas y de sus aciertos,
de sus días de sol y de sus tormentas, pero sobre todo de nuestras propias
reacciones, a veces desproporcionadas, otras veces más comedidas de lo que nos
hubiera gustado, pero siempre imprevisibles. Porque los humanos acostumbramos a
sorprendernos constantemente a nosotros mismos y también a los demás.
Como escribió con mucho acierto Khalil Gibran
“Si amas a alguien, déjalo libre. Si regresa es tuyo, si no nunca lo fue”.
Estrella Pisa
Psicóloga col. 13749
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